miércoles, 6 de octubre de 2010

La ciudad de los niños: Amsterdam


Desde que llegué no dejo de andar en bici. Es que no puedo parar. No quiero museos, no quiero tours gratuitos, ni caminados, ni en bici, ni en bus. Sólo perderme en la ciudad y que los canales me traguen.


Algunos la llaman la Venecia del Norte, otros, la ciudad de las bicis. Ambos calificativos le caben perfectamente, aunque, quizás, la Venecia del norte sea Brujas. No sé, porque allí no fui. ¡Pero qué bien le sienta! Tantos canales y agua que me pasan bajo los pies… Agua, agua, agua... Que ya me ha enamorado, como aquel río Liffey en Dublín.

Las bicis son como hormigas desplazándose por doquier, por todos lados; turistas, inmigrantes, locales, tooodos bicicleteamos por ahí, tintineando nuestras campanitas, entre medio de luces coloridas, con semáforos que nos detienen y nos hacen avanzar. Pedaleo, pedaleo con la boca abierta, sin hablar pero cantando solo, como un autista o como recién salido de un coffee shop... Jojojojo.

Todas las edades encuentran algo de su gusto en esta ciudad. Mirando vidrieras, pensé que tanto a mi abuela como a mi adolescente primo les gustaría ver esto. Desde galerías de arte, hasta cerámica y casas de antigüedades ¡Qué cerámicos! Desde ropa vintage para mí (nunca entendí lo que era la ropa vintage), o ropa de la época de mi abuela y más viejas. Telas, sábanas antiguas, vestidos de fiesta, etc. O desde los quesos que me llevaron a mi papá, o las hamacas paraguayas, a las casas de joyas, telas hindúes y bicicletas que me recordaron a mi mamá y a mis amig@s.

Si las edades no encontraron nada de su antojo, los coffee shops las encontrarán a ellas. Si querés un coffeeshop onda hindú – almohadones en el piso con mesa ratona – metele derecho y doblá al cuarto semáforo. Si querés una onda más fumona – hojitas de marihuana pintadas en la ventana junto con Bob Marley – doblá cuando veas un humo verdolaga como las hojas de coca. O si querés ser una estrella del rock an’ roll y tocar la guitarra como Jimmy Page, andá donde están todos los secuaces de Pappo tatuados en la calle. También los encontrás más serios, como si solo fueran un bar, por si lo tuyo es pasar desapercibido. En resumen, encontrarás el ambiente que desees para fumarte un churro o comer muffins, o colarte algún que otro honguito alucinógeno deshidratado, empacado en una linda y prolija cajita de plástico, con sus efectos y precauciones detallados al reverso, en clara muestra de lo que es esta ciudad: se puede hacer todo, pero con moderación, orden y en su lugar. Sí señora, le digo que todo público estaría feliz en esta ciudad. Hasta encuentra palos de amasar con forma de pija.

Sigo pedaleando y, de golpe, me encuentro con una mujer detrás de una ventana, – viene de la playa, pensé, ¡qué sueltita de ropa! – luz roja, ropa erótica. Hay otro hombre que la mira y espera que le abra la puerta. ¡Sí, al fin llegué a la zona roja! Miro para arriba, me bajo, ato la bici y empiezo a caminar. Carteles sexuales, fotos, tetas, pijas, vaginas cósmicas, escenas de sexo, películas, teatro en vivo, consoladores, lo que se te ocurra en exhibición, con luces, en venta, en exposición, ¡¡parafernalia pura!! En el medio de la calle van todos caminando, como dentro de una burbuja empañada del culto al sexo, o mejor dicho, el culto capitalista al sexo. La compra y venta legal del sexo, con regulaciones, precios, tarifas… "¡Aguas! Si corrés la pierna un poquito, es otra posición. Ergo, es otro precio. Cincuenta euros los 15 minutos, si tardás un poco más, es mas caro"… En Cuba, las putas te la chupan por 3 CUC, ¡dejame de joder! Jajajajajajaja.

Me dio la sensación de ser una ciudad libre, para todos los gustos, sin prejuicios. Eso: SIN PRE-JUI-CIOS ¿Tu sueño siempre fue ponerte un chihuahua de sombrero y salir a caminar por el centro, y nunca lo hiciste porque tus amigos te iban a gastar? ¡Vení a Amsterdam! ¡Nadie te va a decir nada! No obstante, no sé cómo será vivir acá. No creo que sea muy complicado. La ciudad es fácil de pedalearla; es fácil moverse. Los medios de transporte son buenos; las casas, hermosas. Es tranquila, hay bastante control de todo, están organizados, son el futuro, son holandeses… Como los que volví a ver acá. Así es. Postrelli es amistad y una de las razones principales por la que vine para acá fue para reencontrarme con Susie, Veronique, Talitha y Joost. A Talitha no la pude ver porque soy un bobo que se pierde en sus propios laberintos mentales. Pero a los otros tres… ¡Uf! ¡Qué lindo que fue compartir ese almuerzo con Uds. chicas! Recordar nuestros tan divertidos y bizarros momentos en Tulum. Recordar al gran Passerieu. Fue sobrenatural. Y, por el otro lado, haberme quedado en el grandísimo departamento donde vive Joost fue también algo increíble. Joost, me hiciste sentir siempre como en casa y, si bien no pasamos mucho tiempo juntos, – ¡porque con las 8 llaves que tenía, tardaba media hora para entrar! (es un chiste, jejeje) – los ratos en los que nos vimos fueron más que suficientes para tener buenas charlas acerca de los viajes, la vida, la psicodelia y demás yerbas…

Seguramente habrá una ciudad que no vi, aunque por momentos me pareció sentirla, cuando me mimeticé entre los cuerpos pedaleantes, haciéndole creer a más de un local/turista, o a más de una Milu, Vir o Mechi desprevenidas que me crucé por la calle como si viviéramos en el mismo barrio, que era un holandés más. Eso digo, otra ciudad, a la que el turismo no llega, que lejos estará de las bicis, los canales y las "zonas viciosas". O quizás no exista. Sin embargo, lo que me tocó ver… ¡¡Me encantó!! ¡¡ Y espero volver pronto!!

2 comentarios:

MiLu dijo...

Oh, Ámsterdam, lugar de nacimiento de Milagros, Roch y Playmóvil!!

Juli dijo...

Todo eso me suena familiar :P
besos!