Julia López me atrapó al instante. Desde que la conocí, allá, en agosto en
Dublín, que no pude desprenderme de ella. La necesidad que partía del
sentimiento mismo, de mi bomba corporal me decía que tenía que seguir con ella,
y reencontrarme costara lo que costara. Cada momento que compartía era de un
goce y de una comodidad hasta entonces desconocidos para mí. Nos reencontramos
primero en España y todo fluyó libre e ininterrumpidamente. Los días que
compartimos juntos fueron sin nubes, llenos de un sol radiante que nos alumbró
incluso en las noches. Me estaba volviendo adicto a Julia, y quería ir más
allá. Quería seguir compartiendo más momentos juntos, y me pareció una
excelente idea sugerirle que nos mudáramos juntos en Dublín. Cuando se lo
comenté a Juli, no lo dudó un instante. Le encantó la idea.
Nos despedimos en Barcelona, con la certeza de que nos volveríamos a ver en un
mes en la isla europea revolucionaria.
Fueron dos meses cargados de una intensidad dulce e inagotable. En medio de
un invierno blanco, hostil, oscuro y frío, nos cobijamos en la burbujita
López-Petrelli que supimos ir tejiendo con el correr de los días-noche. El frío
nos metió para adentro, a nuestro nidito de amor, donde pasamos juntos la mayor
cantidad del tiempo, aislados casi por completo del mundo exterior que parecía
estar confabulado con la nieve y el viento para que sólo nos acurrucáramos. Igualmente,
la 100 de Dorset St. fue el epicentro de algunas reuniones y la casita de
nuestras amigas Milu, Viryi y Sol que llegaron a visitarnos. Juli preparó unas
milanesas exquisitamente tiernas como apertura oficial del depto, justo en la
semana que Viryi, Milu y Mechi llegaron a Dublín para vivir los últimos días de
una gira europea de ensueño. Navidad aterrizó, y con ella los 25 argentinos y
algún que otro extranjero que se dieron cita en el más abundante banquete que
nuestros paladares pocas veces masticaron.
Fue uno de los momentos más gratos que me han tocado vivir hasta ahora y lo voy a recordar siempre como una de las mejores experiencias que he tenido. Lamentablemente, lo bueno siempre dura poco y Juli se tuvo que volver a Buenos Aires, dejando un vacío inllenable ¡Ojalá Julia que nos volvamos a ver pronto! Te quiero muchísimo Julia López, muchísimo...
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